Los hijos impulsan a grandes tareas –y a veces a grandes temeridades–. Pero merecen siempre el amor incondicional de los buenos padres. Cuentan que Temístocles, el famoso general ateniense, le dijo una vez a su hijo que era él, el infante, el ser más poderoso de Grecia. Al preguntar el niño por qué, Temístocles respondió:
–Porque los atenienses dominan a toda Grecia, yo gobierno a los atenienses, tu madre me gobierna a mí y tú gobiernas a tu madre. ¡Qué ternura!
Tomado de la columna de César Hildebrant
Diario "La Primera" 24 de octubre de 2006